lunes, 21 de febrero de 2011

a celebrar los tijerales

A CELEBRAR LOS TIJERALES
El término de un ciclo y el inicio de otro. Eso es lo que representan los tijerales dentro de la construcción. En este evento los trabajadores festejan el haber llegado al punto más alto de la edificación y a su vez los patrones reconocen a los obreros más esforzados. Un popular mano a mano.
Festejar la culminación de la obra gruesa de una edificación es una costumbre muy arraigada en Chile. Desde una humilde casa hasta el mismísimo edificio Titanium; nadie se escapa de esta particular fiesta. Los tijerales son parte de la idiosincrasia de nuestro país, y dentro del círculo de la construcción son un verdadero derecho adquirido.
Esta celebración se llama así por la estructura que soporta la techumbre de un inmueble, y es donde los obreros ponen una bandera para avisarle al jefe que se logró la meta. La señal de que es hora de celebrar. En la mayoría de los casos, el dueño de la obra invita a sus trabajadores y personal relacionado con la construcción a un almuerzo de camaradería, en donde lo más común es un buen asado a la chilena; además de un espectáculo con cantantes, humoristas y hasta vedettes.
“Los maestros, que son bastante sufridos, empeñosos y con un excelente humor, se ríen como niños en los tijerales, como en un cumpleaños de 15 años, lo disfrutan mucho”, reconoce el arquitecto Raúl Irarrázaval, de Raúl Irarrázaval y Asociados, quien a lo largo de su carrera ha asistido a cerca de un centenar de tijerales.

Según Víctor Silva, quien maneja hace 19 años la firma Tijerales.cl, el tema de la comida es clave. Hay menús para todos los gustos, pero un asado promedio, con vino, bebidas, postre y todo el servicio de banquetearía cuesta alrededor de 8.000 pesos por persona. ”Hemos hecho tijerales hasta para 1.200 personas y una empresa se puede gastar fácilmente 10.000.000 de pesos en esto”, señala el experto.
En el caso del edificio más alto de Santiago, la torre Titanium, fueron 800 los obreros invitados tras haber llegado al piso 52. Hubo un show de dos horas con el humorista Coco Legrand y un gran asado. Para Víctor García, gerente general de la constructora Senarco, encargada de Titanium, el evento tiene toda una trascendencia. "Es muy importante porque celebras el acuerdo hecho con los trabajadores (…) marca que se ha terminado la obra en paz y armonía”.

Y es que hay que entender que los tijerales están cargados de simbolismos. Se dice que si una edificación, luego de llegar a la parte más alta, no celebra los tijerales sucederán una serie de hechos desafortunados tanto en la misma construcción como a los dueños. Por lo mismo, son pocas las empresas que se niegan a hacer esta fiesta.

Incluso en países como Perú y Bolivia se pone una cruz en las casas para espantar a los malos espíritus y proteger la vivienda de incendios o robos. En Chile eso no se acostumbra, pero en algunas ocasiones se rompe una botella para dar inicio al festejo, a modo de inauguración.
Pasarlo bien no lo es todo. Esta instancia es aprovechada por las empresas para premiar a sus trabajadores sobresalientes, lo que se hace frente a sus pares. “Ese obrero se siente muy orgulloso y eso produce que las diferencias que se van gestando dentro de cada jornada, y más hoy en día con la crisis, pasen a segundo plano”, destaca Silva.

Los tijerales son también el momento de la verdad, y el termómetro perfecto para ver cuánta aceptación han tenido los jefes a lo largo de las faenas, ya que tal y como cuenta el gerente general de Senarco, en esta fiesta se reúnen todos quienes tuvieron que ver con los trabajos. “Los aplausos y griterío es porque lo hiciste bien, y los abucheos es porque lo hiciste mal; así de simple”.
También hay una parte triste en estos eventos. Cuando se termina la obra gruesa, inevitablemente hay algunos trabajadores que quedan cesantes. Es en este momento cuando la alegría de haber terminado un ciclo da paso a la incertidumbre de volver a buscar otro trabajo.

En el caso de Titanium, el mismo día de los tijerales casi ¼ de sus trabajadores terminaron oficialmente sus labores.

“Es importante que las personas entiendan que un tijeral no es un chiste ni una broma, nadie que se precie de dirigir una obra puede no entender lo difícil que es tratar con personas y hacer que todos estén contentos”, aclara García.
Lo cierto es que este tipo de festejos enriquece mucho la convivencia entre los mismos obreros y genera un vínculo más fuerte entre los patrones y los trabajadores. Para Raúl Irarrázaval, es una práctica sana que no debiera perderse nunca. “Es recomendable hacer tijerales, es también una buena oportunidad para acercarse unos con otros y consagrar la obra”, concluye.

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